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Introducción a una metafísica de los misterios cristianos

En relación con las tradiciones budista, hindú, islámica, judaica y taoísta

Bruno Bérard

Imprimátur de la diócesis de París - Prefacios del Padre Michel Dupuy y del Obispo Dubost de Evry-Corbeil-Essonnes - Epílogo de Jean Borella

Este libro aún no ha sido traducido del francés. Sólo se ha traducido esta presentación.

Más que una comparación de las siete tradiciones religiosas del budismo hīnayāna y mahāyāna, el cristianismo, el hinduismo, el islam, el judaísmo y el taoísmo, tres misterios cristianos son el centro de las presentaciones, con elementos de las otras religiones presentados en paralelo y resonando con ellos.

Estos tres misterios: la Trinidad, la Virgen María y Cristo se presentan cada uno de cinco maneras distintas: conceptual y doctrinal, teológica y mística, esotérica, metafísica y mística, lo que permite al lector elegir el enfoque que más le convenga.

Como garantía de la ortodoxia de la teología católica presentada, estas obras se benefician del imprimátur de la diócesis de París y de un prefacio de Mons. Dubost, obispo de Évry-Corbeil-Essonne.

Resumen del libro

  1. Prólogo del Padre Michel Dupuis
  2. Prólogo de Mons. Dubost, obispo de Evry-Corbeille-Essonne
  3. Introducción: Gnosis, conocimiento supremo e ignorancia infinita
  4. Parte 1 – La Trinidad cristiana

    1. Cap. 1 Resolución de las paradojas
    2. Cap. 2 Superación de las paradojas
    3. Cap. 3 Disolución de las paradojas
    4. Cap. 4 Renovación de las paradojas
    5. Cap. 5 Conclusión: la identidad metafísica
  5. Parte 2 – La Theotokos cristiana

    1. Introducción: La situación paradójica de la Virgen María en el cristianismo
    2. Cap. 6 Dogma, misterio y fe
    3. Cap. 7 Misterios y dogmas marianos y posiciones de las Iglesias cristianas
    4. Cap. 8 Interpretaciones teológicas y esotéricas de los misterios de la Theotokos
    5. Cap. 9 Interpretación metafísica de los misterios de la Theotokos
    6. Cap. 10 Conclusión: la identidad mariana
  6. Parte 3 – El Cristo cristiano

    1. Cap. 11 Una síntesis paradójica universal
    2. Cap. 12 De la paradoja del Dios-Hombre al misterio
    3. Cap. 13 La unicidad del Dios-Hombre
    4. Cap. 14 Universalidad del Dios-Hombre
    5. Cap. 15 Del Dios-Hombre al Dios-Hombre
    6. Cap. 16 Conclusión: la identidad crística
  7. Conclusión: Gnosis, ignorancia infinita

  8. Epílogo de Jean Borella: El problema de la unidad de las religiones

Extracto

a) El Verbo, Creador universal (pp. 187-189)

El Verbo creador o Palabra fecunda precede a toda creación en las cosmogonías de las tradiciones de casi todos los continentes:

  • En África – para los Dogones (pueblo de Malí) – la primera palabra es el atributo del Primer Espíritu Amma. Antes de la creación, es el habla indiferenciada sin autoconciencia, conocida como habla seca. Después, el habla audible, conocida como habla húmeda, germina como principio de vida y es dada a la humanidad. Este es también el caso de los Banamas (valle del Níger), para quienes lo Uno representa al Señor de la Palabra y a la Palabra misma.
  • Para los amerindios, Dios creó la base del lenguaje antes que cualquier otra cosa (entre los guaraníes de Paraguay), o sólo el alma dotada de habla llega al «otro mundo» después de la muerte (entre los taulipangues).
  • En Occidente, no sólo existe el Logos (palabra) de los griegos clásicos (pensamiento divino de la creación o razón inmanente al orden del mundo) y el Verbo del Antiguo y Nuevo Testamento «por quien fueron hechas todas las cosas». En el Islam, el Verbo se llama Kalimat Allâh (Verbo de la Creación) y sus cuatro consonantes Klmh son la manifestación cuaternaria de la Unidad Primera. Del mismo modo, el Sefer Ietsirah (Libro de la Formación) de la Cábala hebrea dice que «Memra (la palabra) produjo todo objeto y toda cosa a través de su Nombre Único» (Sefer Ietsirah, IV, 5).
  • En la India, los textos védicos también dicen: «en el principio era Brahmā, con él era Vāc (la Palabra creadora)» y «el pensamiento divino de Brahmā fluyendo a través de Vāc, la voz divina, dio nacimiento al universo en canto».
  • En China, el Tao Te King dice: «En el origen de la distinción, estaba el nombre; con el nombre, estaba la existencia» (Laozi, Tao Te King, 32).

Así, al igual que cualquier religión particular, el Verbo es el símbolo más puro de la manifestación del ser, la fuente de la existencia.

b) El Verbo, centro cósmico

«Todas las cosas bajo el cielo nacen en el Ser; el Ser nace del No-Ser» (Laozi, Tao Te King, 40). Ilustrado aquí por el taoísmo, pero común a todas las tradiciones, podemos distinguir tres «estadios» en la Deidad -vista como principio de manifestación- que son el No-Ser, el Ser y la Existencia o, el Absoluto, el Principio ontológico y el Logos, o Paramātma, Ishvara, Buddhi y, análogamente, Padre, Hijo, Espíritu.

No-dualidad del Principio supremo, unidad del Ser y unicidad de la Existencia

El No-Ser es el Principio supremo que está más allá de toda determinación, incluida la del Ser, que es la primera determinación. Este No-Ser, sabiendo que «un nombre que se puede pronunciar no es el Nombre eterno» (Laozi, Tao Te King, 1), se denomina equivalentemente Trinidad Superesencial (San Dionisio), Gottheit (Maestro Eckhart), Tao (Taoísmo), ein sof (Cábala hebrea), Paramātman, puruṣottama, Brahmā supremo, nirguṇa brahman (Hinduismo), o más allá del Ser. Es el Cero metafísico: el más allá de la unidad, la no-dualidad, el Advaita: el no-dos del Vedānta.

El Ser, primera determinación del No-Ser (autodeterminación sui causa), es el Dios Creador y personal, Dios con Nombre, la Trinidad, Allâh, YHVH, Īśvara, T’ai-ki ,y que encierra todas las posibilidades de manifestación, tanto esencial como sustancialmente. Y este Ser es «Aquello por lo que todo se manifiesta, y que a su vez no es manifestado por nada» (Kena upaniṣad, 1er Khanda, shrutis 5 a 9).

En cuanto a la Existencia universal, se manifiesta (cosmológicamente) entre dos principios no-manifestados que son una polarización del Ser, pero sin afectar a su unidad. Estas polaridades pueden denominarse: Inspiración creadora y Sustancia virginal y maternal, Puruṣa (motor inmóvil aristotélico) y Prakṛti (Sustancia pasiva universal o Sustancia primordial indiferenciada) en el Sāṅkhya indio.

Aviso de publicación

Esta Introducción a una metafísica de los misterios cristianos presenta la Trinidad, la Virgen y Cristo de diferentes maneras complementarias. Cada lector puede, pues, acercarse a estos misterios de la manera que más le convenga: la doctrina, verificada por el imprimátur, el esoterismo, las fórmulas abruptas de la metafísica, extractos de textos impactantes de San Dionisio, del maestro Eckhart y de tantos otros, o a través de analogías llamativas con ciertos elementos de otras religiones: budismo, hinduismo, islamismo, judaísmo, taoísmo.

Más allá de estos elementos, el autor lleva al lector por su propio camino, conduciéndole de las palabras a las cosas, del conocimiento al ser, de la Palabra al Silencio. Sólo el Silencio puede hablar verdaderamente del Misterio cristiano.

Por último, como recordatorio de que la metafísica sigue estando supeditada a la Revelación, Jean Borella, en su epílogo, se propone responder a los excesos de las doctrinas de Guénon y Schuon desarrollando una «problemática de la unidad de las religiones».

— L'Harmattan

Reseña

La obra de Bruno Bérard Introduction à une métaphysique des mystères chrétiens (Introducción a una metafísica de los misterios cristianos) no es una obra que trate principalmente de esoterismo; el objetivo es «mostrar que el cristianismo, a través de la universalidad de sus misterios sagrados, cuenta de por sí con toda la metafísica necesaria y suficiente para «comprender» la relación entre la criatura y el Creador -en las dos direcciones de la Creación y la Salvación, y para acceder a un más allá del Ser donde la distinción Creador-criatura tiende a desaparecer» (p. 15). Para ello, el autor reúne fuentes teológicas, místicas y metafísicas cristianas, judías, musulmanas, budistas, hindúes y taoístas, centrándose en tres misterios: la Trinidad (donde el alma puede realizar su identidad metafísica espirando Dios en Dios), la Theotokos (donde se realiza la identidad mariana) y Cristo (donde, en la identidad crística, el hombre se convierte en Hombre-Dios).

ver la revisión
— Jérôme Rousse-Lacordaire, "Bulletin d'histoire des ésotérismes", Revue des sciences philosophiques et théologiques, vol. 91, nº 3, 2007, pp. 563-591.

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