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Física y metafísica

Jean Borella y Wolfgang Smith

Este libro aún no ha sido traducido del francés. Sólo se ha traducido esta presentación.

Cuando un físico y un metafísico se reúnen para discutir filosóficamente sobre ciencia, cabe esperar un bombazo. No quedaremos decepcionados. Hechos y demostraciones científicas recientes ponen fin de forma objetiva a varios siglos de ilusiones relativistas y de ideología cientificista. La filosofía, ya sea practicada por el científico o por el metafísico, ha recuperado sus plenos derechos y puede proponer, junto a una ciencia restaurada, su propia comprensión del mundo y del hombre. A nadie sorprenderá que restaurar nuestra visión del mundo nos permita volver a centrarnos en nosotros mismos (Bruno Bérard).

Resumen del libro

  1. Introducción de Bruno BÉRARD
  2. Primera parte. Física y causalidad vertical por Wolfgang SMITH

    1. Prólogo
    2. Cap. I El origen de la teoría cuántica
    3. Cap. II El enigma cuántico
    4. Cap. III Descubriendo la clave oculta
    5. Cap. IV Las tres facultades verticales del alma
    6. Cap. V La guerra contra el diseño
    7. Cap. VI El surgimiento del cosmos tripartito
    8. Cap. VII La primacía de la causalidad vertical
    9. Conclusión
  3. Segunda parte. ¿Ha acabado la ciencia con Dios? por Jean BORELLA

    1. Prefacio
    2. Cap. I Cómo la ciencia se volvió atea
    3. Cap. II Física científica y ficción filosófica
    4. Cap. III La cuestión del ser y la creación ex nihilo
    5. Cap. IV El ser del «hay»
    6. Cap. V Determinismo laplaciano y platonismo newtoniano
    7. Cap. VI Érase una vez un barquito…
    8. Cap. VII No hay libertad para los amigos del libre albedrío
    9. Cap. VIII El significado ha desaparecido
    10. Cap. IX ¿Por qué la ciencia se ha vuelto oficialmente atea?
    11. Cap. X El bloqueo idealista y el realismo de la forma sustancial
    12. Cap. XI El Dios de la razón y la gracia de la fe
    13. Conclusión

Extracto

[Wolfgang Smith, cap. IV, p. 53] Concluyamos ahora nuestro ciclo de reflexiones sobre la física cuántica. Hay que señalar que la solución que proponemos al enigma cuántico se basa en dos concepciones fundamentales: la distinción ontológica entre los reinos corpóreo y físico, y la distinción etiológica entre causalidad horizontal y vertical. Mientras que la noción de ser corpóreo es un concepto primordial en la filosofía tradicional, el concepto de causalidad vertical parece haber permanecido relativamente inexplorado hasta ahora. Tras haber demostrado su importancia crucial en la filosofía de la física, nos proponemos ahora mostrar que las facultades activas y cognoscitivas del hombre (el antropos) se definen de hecho por su verticalidad; es decir, por su trascendencia en relación con el tiempo. De ello se sigue que no sólo Dios, sino también el hombre, tiene, por así decirlo, «acceso» al nunc stans.

[Jean Borella, cap. VIII, p. 177] La realidad de la mente debería ser evidente, y es fastidioso tener que recordárselo a la gente (sin éxito, por cierto…): esto es como un hombre que niega la existencia de la luz, con el pretexto de que nunca la ha visto, lo cual es perfectamente cierto, ya que todo lo que vemos son colores y formas. Del mismo modo, no vemos ni tocamos la mente, pero es gracias a la mente que somos conscientes de ver y tocar. En este caso, nuestro objetivo no es sólo señalar una contradicción flagrante, aunque desapercibida, en la tesis mecanicista, sino, más radical y positivamente, hacernos captar o vislumbrar algo de la realidad de la mente, pues de lo contrario, como hemos dicho, desaparece la idea de que existe un sentido: En el universo estrictamente materialista del físico Hawking, como en el del biólogo Jacques Monod o en el del etnosociólogo Claude Lévi-Strauss, la idea de que pueda haber sentido ya no tiene sentido: el sentido ya no es posible, la realidad del «sentido» ha desaparecido, algo de lo que estos científicos parecen no ser conscientes en cuanto al valor de verdad que atribuyen, a pesar de todo, a sus propios escritos.

Aviso de publicación

Cuando un metafísico tiene cierta competencia en física o, más en general, en ciencia (positiva), o cuando un científico tiene cierta competencia en metafísica, ya estamos seguros de escuchar un discurso que deja su lugar al «mundo natural». Esto se debe a que la física es lo primero, seguida de la metafísica, para quienes pretenden ver más allá o más acá. Así, el fundador de la ciencia, Aristóteles, sea cual sea su incomprensión de la doctrina de las Ideas de su maestro (Platón fue incomprensible durante diecinueve años), hizo que su física fuera seguida de su metafísica, a la que la primera remite necesariamente.

Por ejemplo, la cuestión científica de la finitud o infinitud del universo parece corresponder a las teorías descriptivas que se ocupan de él. En definitiva, ni el principio ni el fin del espacio forman parte de él, por definición, del mismo modo que el principio y el fin del tiempo no forman parte del tiempo. Lo que limita una cosa es de naturaleza distinta: el mar no limita al mar. Además,

sea o no infinito el espacio, sólo un volumen finito y calculable es accesible a la observación. La radiación de fondo del cielo marca un horizonte, un muro último contra el que toda observación tropezará para siempre. En efecto, en su fase primordial, el universo no nos ofrece nada que ver: ¡ni la luz, ni las estrellas, ni ningún otro astro se habían formado todavía! (Jean-Pierre Luminet).

¿No es por eso por lo que cosmología en su conjunto no puede ser más que ‘un mito verosímil’ (ton eikota mython)» (Platón, Timeo, 29d)? O, como dijo más recientemente el astrofísico James Jeans (1877-1946): el universo empieza a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina.

Por eso, en cualquier caso, nos ha parecido vital reunir en este libro dos enfoques: el de un físico y matemático, Wolfgang Smith, que, a través de su comprensión de estas disciplinas, se ve llevado a pensar como un metafísico, y el de un metafísico, Jean Borella, que piensa el mundo y la humanidad con la necesaria distancia que imponen los postulados de cierto pensamiento científico moderno.

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