En la filosofía platónica, el Logos es el origen del mundo, que contiene en sí las ideas eternas y arquetípicas de todas las cosas. En el cristianismo, el Logos es el Verbo de Dios, «por quien fueron creadas todas las cosas» (Jn I:1; Sal XXXIII:9) y que «habitó entre nosotros» (Jn I:14). Para un resumen más completo, véase el artículo «Razón e inteligencia, las dos caras de la mente«, primera sección.