Este artículo sigue a Guillaume de Vaulx d’Arcy:» »Nadie se salvará si no se salvan todos». El complementarismo del Iḫwān al-Ṣafā. Una contribución a la teología de las religiones» (Midéo 33 | 2018, 137-181).
traducción del francés por José Antonio Estarelles
La pluralidad de religiones ha planteado un problema al cristianismo y, desde Nostra Aetate (Declaración católica de 1965), se han desarrollado varios puntos de vista discordantes. Aquí proponemos una jerarquía de la axiomática propuesta por Guillaume de Vaulx d’Arcy, desde la metafísica más fundamental hasta el hic et nunc más pragmático, con el fin de esbozar lo que podría constituir un consenso.
Nadie se salvará si no se salvan todos
Introducción
Existe una rama de la teología cristiana, conocida como teología de las religiones, que examina la pluralidad de religiones y se esfuerza por desarrollar una teología cristiana del pluralismo religioso1 o estudios comparativos de religiones2.
La frase del exergo, «nadie se salvará si no se salvan todos», está tomada del Rasā’il Iḫwān al-Ṣafā, las Epístolas de los Hermanos en Pureza. Se trata de una suma de 52 epístolas «filosóficas», divididas en cuatro volúmenes3, que datan de finales del siglo IXe (periodo abbasí) y proceden probablemente de Irak, posiblemente escritas por el gran filósofo pitagórico Aḥmad b. al-Ṭayyib al-Sarakhsī (833-899), discípulo de al-Kindī (801-873).
Esta frase se hace eco del encaprichamiento del público francés con la idea de que «todos iremos al cielo»((una famosa canción de Michel Polnareff (1944-) lanzada en 1972 (letra de Jean-Loup Dabadie), que alcanzó inmediatamente las listas de éxitos y fue retomada por «Les Enfoirés» como himno del décimo aniversario de la asociación caritativa Restos du Cœur4, aunque por nuestra parte somos más sugestivos que categóricos.
Posiciones teológicas sobre la pluralidad de religiones
Metafísicamente, a propósito de la multiplicidad de las religiones y de sus puntos comunes, se hablará de la unidad trascendente de las religiones o de su unidad inmanente o incluso de su unidad analógica (Jean Borella)5 y hay que tener cuidado de no dotar a la metafísica teórica (Guénon) de ninguna operatividad espiritual6 ni confundir una religio perennis (Schuon), simple «concepto de religión en general» sin operatividad, con «la eficacia salvadora y deificadora que sólo pertenece a la religión instituida» (Jean Borella)7.
En la teología de las religiones, y sobre todo después de Nostra Ætate8 y la intensificación del multiculturalismo occidental, «el pluralismo religioso tiende a convertirse en el horizonte de la teología del siglo XXIe «9.
A partir de entonces, se establecieron posturas claras en cuanto a la salvación10 resumida de la siguiente manera:
- Exclusivismo por eclesiocentrismo; típicamente la fórmula: «fuera de la Iglesia, no hay salvación» 11. También puede haber un «coranocentrismo» («hors de l’islam point de salut» («fuera del islam no hay salvación»)12.
- Inclusivismo13 por el cristocentrismo: ¡la universalidad de Cristo trasciende todas las fronteras!
- Pluralismo a través del teocentrismo (Dios creador) o del pneumatocentrismo místico («participación del espíritu humano en el Espíritu divino»)14. Este pluralismo puede verse como ‘mutualismo'15 constructivo (el otro revela al uno16 o un puro «diversialismo»17 más bien neutral, si no indiferente.
Nota: debemos mencionar una alternativa interesante según cuatro modelos de la teología de las religiones 18 que difiere, pero sin grandes diferencias, de las tres posturas resumidas anteriormente:
- el modelo de «Sustitución» (el cristianismo acabará sustituyendo a todas las demás religiones); un exclusivismo que se convierte en inclusivo a través de un pluralismo provisional;
- el del «Cumplimiento» (Dios se revela a todos, incluidos los que están fuera de los límites de la Iglesia, cf. Karl Rahner, Gavin D’Costa, Jacques Dupuis); un inclusivismo integral;
- el modelo de «Reciprocidad» (las religiones están en pie de igualdad); es el modelo de pluralidad con sus tres puertas de entrada: histórico-filosófica (cf. John Hick), mística (cf. Raimon Panikkar) o ético-práctica (cf. Michael Amaladoss); pluralismo mutualista ;
- el de la «Aceptación«, donde la «inconmensurabilidad» de las tradiciones no impide el diálogo; ¡el diversialismo!19
¿Una axiomática para completar?
La axiomática que falta («no explicada» anteriormente)20 que puede asociarse a estos posicionamientos es la siguiente:
- El axioma de la salvación. Dios quiere que todos se salven.
- Axioma del camino. Ha trazado un camino hacia la salvación.
- El axioma de la verdad. Quien no siga este camino no puede salvarse.
Así, el inclusivismo renuncia al tercer axioma, el exclusivismo al primero y el pluralismo al segundo21.
La idea de Guillaume de Vaulx d’Arcy era poder completar esta axiomática enseñando a los Hermanos en la Pureza.
La tesis del Iḫwān al-Ṣafā.
Ni pluralismo estricto –gracias a una jerarquización de las vías– ni mutualismo estricto à la Knitter –porque la perspectiva es la salvación, no del individuo, sino del conjunto—, la tesis del Iḫwān al-Ṣafā es la de un complementarismo, tanto el de los individuos como el de una auténtica apertura a todas las doctrinas :
Pues nuestro punto de vista y nuestra doctrina abarcan todas las doctrinas, todas las ciencias, por la razón de que consisten en el estudio de todos los seres sin excepción, sensibles e inteligibles, desde el primero hasta el último, aparentes o interiores, manifiestos u ocultos, según la verdad en cuanto que todos derivan de un solo principio, de una sola causa, de un solo mundo, de una sola alma que engloba sus diferentes sustancias, tipos divergentes, especies variadas y partes variables (epístola 45, IV 41-42).
«El hombre completo no es más que el hombre colectivo, el individuo no es más que un ciego o un sin piernas, como ilustra la parábola» (epístola 31, III 156-160)22. La finitud individual llama a los individuos a unirse «en el afecto de sus corazones» (epístola 45, IV 60); la amistad entre todos (individuos, grupos, naciones) nos libera de las diferencias individuales naturales (cualidades, aptitudes), así como de las diferencias socioculturales y económicas. «Por tanto, sólo la fraternidad humana da acceso al más allá»23.
Esto añade el axioma de la presuposición de las otras tres posiciones:
4. Axioma de la presuposición. Dios acepta salvar sólo a algunos.
Este axioma, que resume lo que el exclusivismo, el inclusivismo y el pluralismo aceptan implícitamente, expresa por supuesto lo que los Hermanos en la Pureza se niegan a creer según la evidencia del complementarianismo. En particular, cuando se aplica al axioma 2 («Ha trazado un camino de salvación»), el complementarismo significa cualquier camino trazado. Esta posición sólo tiene apariencia de pluralismo, porque el planteamiento de los Hermanos en la Pureza no es aceptar las diversas vías como tales, sino integrarlas (no sincrética, sino jerárquicamente). A este respecto, conviene recordar que la doctrina de las múltiples vías especiales y ocultas de salvación ha permanecido siempre vigente en la Iglesia católica.
Por supuesto, puede haber algunos excluidos, pero son los que se excluyen a sí mismos: los ateos acérrimos (en consonancia con la libertad intrínseca y constitucional del hombre24 y los fanáticos (por egocéntricos y egoístas)25.
Una jerarquía de axiomas y la perspectiva de la salvación
La integración del punto de vista de los Hermanos en la Pureza en una teología de la religión propiamente católica se justificaba ya por la universalidad de la «compasión radical encarnada en Cristo»26.
De manera más general, las consideraciones que siguen nos parecen permitir, más que clasificar las opiniones, por teológicas que sean, converger hacia una posición común en el seno del cristianismo.
Una jerarquía de axiomas.
Nos parece que los axiomas propuestos deben situarse en una jerarquía:
Metafísica. El axioma de la salvación (Dios quiere la salvación de todos) es lo más esencial, lo más metafísico y el fundamento mismo de la Creación. Se ilustra en la noción de «amistad» o «fraternidad» que se descubre universalmente, sobre todo en Occidente, de Pitágoras a Fourier, pasando por Platón y los Hermanos en la Pureza aquí mencionados; estamos en el fundamento del cristianismo, en el que «Dios es amor» (1 Jn IV, 8), y los dos primeros mandamientos son «semejantes» («Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente». Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es similar: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Estos dos mandamientos contienen toda la Ley y los Profetas (Mt XXII, 35-40; Mc XII, 28-31; Lc X, 25-28) y, en concreto, no sólo amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt XXII, 39), sino también a tus enemigos (Mt V, 44).
Antropológico. Axioma de la presuposición (Dios consiente en salvar sólo a algunos) y de orden antropológico, recordando simplemente que la libertad dada al hombre le permite rechazar la invitación, la llamada a la que todos pueden responder27. Ésta es, en nuestra opinión, la única interpretación aceptable.
Cosmológico. Con el Axioma del Camino (Él ha trazado un camino de salvación), dejamos atrás lo propiamente metafísico, por su difracción o dispersión en lo cosmológico, en la existencia humana. La Iglesia constituida es ciertamente el cuerpo místico de Cristo, pero Cristo es mucho más vasto que ella: contiene toda la creación, ha venido a salvar a todos los hombres, es nuestro único prójimo y el destino del mundo. «Cristo pertenece no sólo al cristianismo, sino al mundo entero», decía Gandhi. (Secretos sobre el cristianismo, s.f.). La Creación del mundo es ante todo una realidad universal, se sea cristiano, musulmán, judío, budista, agnóstico o ateo… Esta Creación precede a las religiones: estas «condescendencias» (sugkatabasis) de Dios hacia las diferentes partes de la humanidad (Orígenes). Así, dentro de la humanidad, «la Iglesia es, en Cristo, en cierto modo el sacramento, es decir, a la vez el signo y el medio de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano«28.
«Tempo-topográfico». En cuanto al Axioma de la Verdad (Quien no sigue este camino no puede salvarse) o la vieja fórmula, ahora sacada de contexto: «fuera de la Iglesia no hay salvación», estamos en el «tempo-topographique», ese hic et nunc que varía en el tiempo y en el espacio y que era, en la época de esta famosa frase, la simple petición de San Cipriano de Cartago al obispo de Roma sobre la necesidad de volver a administrar el sacramento del bautismo a los herejes arrepentidos que habían abandonado previamente la Iglesia y pedían ser readmitidos ((Aldo La Fata, Paroles chrétiennes, Contresens et vérité, p. 48, que se publicará en 2024). Esto se debe a que «el Espíritu de la Verdad actúa más allá de las fronteras visibles del Cuerpo Místico», como señaló Juan Pablo II29. Por consiguiente, aunque esta fórmula «fuera de Cristo, no hay salvación» se entienda bien en su contexto geográfico e histórico, presenta un defecto fundamental: teológica y metafísicamente, fuera de Cristo no hay nada, entonces ¿por qué hablar de tal exterior?
La perspectiva de la salvación
Esta «unidad de todo el género humano», recordada en Lumen gentium, remite a la fórmula de escatología cristiana de san Juan: «que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros» (XVII, 21), a su fórmula de escatología cristiana: «que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros» (XVII, 21) o «que sean uno como nosotros somos uno, yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno» (XVII, 23).
Para abreviar, digamos que «la salvación está en Cristo» (colectivamente), nos guste o no, creamos o no en él. Y si no todo se decide en el transcurso de nuestra existencia terrenal, podemos suponer que la cuestión se planteará en el momento escatológico de la muerte (véase el artículo «Le Christ hologrammique ou l’hologramme christologique», en la web). Para aquellos que se pierden este momento, se ha dicho que la condenación eterna no es escritural y que por lo tanto «que todos se salvarán»30, de modo que, dicho de otra manera, «nadie se salvará a menos que todos se salven».
Notas
- cf. Jacques Dupuis, Vers une théologie chrétienne du pluralisme religieux, Cogitatio Fidei n° 200, París: Cerf, 1997, pp. 655 páginas o, más sucintamente, Jean Borella, «Problématique de l’unité des religions», epílogo a Bruno Bérard, Introduction à une métaphysique des mystères chrétiens, en regard des traditions bouddhique, hindoue, islamiques, judaïque et taoïste, París: L’Harmattan, 2005, imprimatur de la diócesis de París.(Por ejemplo, Maurice Bellet, Le meurtre de la parole, ou l’épreuve du dialogue, París: Bayard, 2006; o, un poco más antiguo, pero todavía una referencia esencial: Un moine d’Occident (Elie Lemoine), Doctrine de la non-dualité (Advaita-vâda) et christianisme. Jalons pour un accord doctrinal entre l’Église et le Vedânta; Préface de Jean Tourniac, París: Dervy-Livres, 1982.[↩]
- Como Les monothéismes de Pierre Gisel. Judaísmo, Cristianismo, Islam, Ginebra: Labor et Fides, 2006.[↩]
- Matemáticas (17 epístolas), ciencias naturales (14), ciencias psicológicas y racionales (10), ciencias teológicas (11).[↩]
- Véase Bruno Bérard y Aldo La Fata, Paroles chrétiennes, Contresens et vérité (de próxima publicación, 2024), en particular los capítulos «Hors de l’Église point de salut» y «Il y a beaucoup d’appelés et peu d’élus»; el artículo «L’hologramme christologique ou le Christ hologrammique» (en este sitio) o, en Métaphysique du paradoxe, t. 2, cap. VII. Paradoxe et eschatologie, l’au-delà de l’être.[↩]
- Cf. «Problématique de l’unité des religions», epílogo a Bruno Bérard, Introduction à une métaphysique des mystères chrétiens, op.ct.[↩]
- los metafísicos contemporáneos, Guénon, Schuon, Coomaraswamy, Burckhardt, Schaya, Borella… son todos de una fe particular: islam, hinduismo, cristianismo.[↩]
- La religio perennis n’est pas une religion», René Guénon, Frithjof Schuon, Héritages et controverses, L’Harmattan, 2023.[↩]
- Declaración adoptada en 1965 por la Iglesia católica en la que se reconoce lo que hay de «verdadero y santo» en otras religiones, que «a menudo reflejan un rayo de la verdad que ilumina a todos los hombres» (§ 2).[↩]
- Claude Geffré, «La théologie des religions ou le salut d’une humanité plurielle», Raisons politiques 4, 2001, pp. 104-120.[↩]
- Una síntesis de larga data en Alan Race, Christians and Religious Pluralism, Londres, Nueva York: SCM Press, Orbis Books, 1983.[↩]
- Este adagio, este «axioma falsamente claro» (Yves Congar, Essais œcuméniques, Centurion, 1984, p. 85), «fuera de la Iglesia no hay salvación» se encuentra en Cipriano de Cartago (siglo IIIe ) en la forma: «Salus extra ecclesiam non est» (Epistula 4, 4 y Epistula 73, 21, 2) y en Orígenes: «fuera de la Iglesia nadie se salva» («extra Ecclesiam, nemo salvatur«, Homélies sur le Livre de Josué/Homeliae in librum Jesu nave, III, 5, Patrologie Grecque, t. XII, col. 841-842). Véase Paroles chrétiennes, op.cit. comentarios 5-8.[↩]
- Cf. Emmanuel Pisani, «Hors de l’islam point de salut? Eschatologie d’al-Ghazālī», Midéo 30, 2014, p. 139-184.[↩]
- Cf. Karl Rahner (1904-1984), Traité fondamental de la foi. Introduction au concept du christianisme, París: Le Centurion, 1983.[↩]
- Guillaume de Vaulx d’Arcy, «»Nadie se salvará si no se salvan todos». Le complémentarisme des Iḫwān al-Ṣafā. Contribution à la théologie des religions », Midéo 33 | 2018, 137-181.[↩]
- Como el ‘Modelo de Mutualidad’ de Paul F. Knitter, Introducing Theologies of Religions, Maryknoll, Orbis Books, 2002, p. 110.). Knitter menciona el «puente místico» (cf. Raimon Panikkar), que hace posible este mutualismo.[↩]
- Véase el avaita-vedānta de un Guénon «despertador» del cristianismo o, en todo caso, de algunos cristianos.[↩]
- Cf. George Arthur Lindbeck (1923-2018), The Nature of Doctrine: Religion and Theology in a Postliberal Age, Louisville: Westminster John Knox Press, 1984.[↩]
- Knitter, op. cit.[↩]
- cf. Geneviève Comeau, «Théologie des religions», Recherches de Science Religieuse 2007/2 (t. 95), pp 317-318.[↩]
- aquí seguimos a Guillaume de Vaulx d’Arcy, op. cit.[↩]
- Guillaume de Vaulx d’Arcy, op. cit., pp. 137-139.[↩]
- Guillaume de Vaulx d’Arcy, op. cit., pp. 151-153.[↩]
- Guillaume de Vaulx d’Arcy, op. cit., pp. 161.[↩]
- Véase el apartado «Ser libre es obedecer» en el artículo «Libertad, Igualdad, Fraternidad»[↩]
- Cf. Epístola 38, III, 312, «¡el piadoso aturde para condenarse!»[↩]
- Guillaume de Vaulx d’Arcy, op. cit., pp. 171.[↩]
- Cf. «Il y a beaucoup d’appelés et peu d’élus», Paroles chrétiennes, Contresens et vérité (que se publicará en 2024.[↩]
- Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium (1964), cap. I, § 1.[↩]
- Redemptoris hominis, n. 6, Documentation Catholique, vol. 76, 1979.[↩]
- Cf. All Shall Be Saved: Heaven, Hell, and Universal Salvation (Yale University Press, 2019), por el filósofo ortodoxo y profesor de estudios religiosos David Bentley Hart (1965).[↩]