La experiencia semántica de lo que es es tan radical y tan original que escapa a nuestra atención. Y, sin embargo, es esta experiencia la que nos permite aceptar semánticamente todas las formas de las que no teníamos idea a priori, que éramos incapaces de imaginar, y que nos son reveladas por la experiencia sensible. Esto es lo que nos da la rosa como «rosa», y «aunque no podamos decir de la rosa otra cosa que ‘rosa’, nuestra experiencia de ella es perfectamente distinta y reconocible en su identidad indecible y oscura». Esta oscuridad consiste en que lo que se da a la inteligencia no es el ser mismo de la esencia, sino la esencia como significado. Pues si la «presencia semántica» de la esencia llega a la inteligencia, su realidad sólo está en Dios (Borella).
Ver el extracto de la presentación del libro Jean Borella, La révolution métaphysique