Esencialmente, la metafísica es el lenguaje de la inteligencia, capaz de formular de modo último, por transparencia a sí misma (Borella), los primeros principios o relaciones entre lo Absoluto y lo relativo. Ahora bien, la inteligencia es un espejo en el que se reflejan las Ideas (platónicas), el encuentro de inteligibilidad entre la realidad inteligible y la inteligencia. Es pues a través de la inteligencia, que es metafísica por naturaleza, como el hombre conoce lo real más allá de lo inteligible, porque abandona lo inteligible en favor de lo real, abandona el concepto en favor del objeto del que el concepto no era más que la imagen. Pero eso no es todo: siendo la inteligencia recepción, lo esencial es lo emitido y lo emisor. Llamamos logoi a lo que es emitido y procede del Logos, el Verbo, en lenguaje cristiano. Todo el mundo tiene esta experiencia metafísica, sin saberlo siempre; sucede cuando la inteligencia acepta cerrar los ojos (San Dionisio Areopagita) a lo que está, en todo caso, más allá del ojo (Malebranche).