El «yo» puede reducirse a la simple conciencia de existir en la vida cotidiana. El «me» es la parte de lo que somos que podemos conocer mediante la introspección o las consultas externas a diversas ciencias (psicología, caracterología, astrología, filosofía, etc.). Si podemos hablar del «me» como tal, el «sí mismo» apela inmediatamente al «no sí mismo» y al «Sí mismo» (con mayúscula) para definirse. Podríamos decir que el «sí mismo» es un «no-sí mismo» en relación con el verdadero «Sí mismo», para expresar la realidad de lo relativo en relación con la de lo Absoluto.